La Luz del mundo
- La Luz del mundo
sábado, 28 de mayo de 2011
jueves, 26 de mayo de 2011
Cuento Breve:
Colombia:
Literatura:
Testimonio de la estadística.
De dónde salen los muertos que aparecen en los periódicos cada mañana,
quién hace que no vuelvan a sus casas los que salieron para volver jamás,
no se le presta atención a algo tan común y ahora natural, hay reporteros buscando muertos porque saben que van a aparecer, de muchas formas: ajusticiados por el tiro de gracia, por la bala perdida, por el de la desgracia, por torcido, por infiel, por borracho, por ladrón, por distraído, por enfermo, porque era el día o la noche quien sabe; por conductor imprudente, víctima de un atraco, por atracador, por confundido, por despechado, por desahuciado, por tonto, por valiente, por necio, por desobediente, porque si, porque no… es decir, son multiplex los factores por los que no se regresa a casa, o más bien se retoma el camino. En todas las ciudades que superan los cien mil habitantes los depósitos de cadáveres reciben muchos finados, esta hace parte de la estadística macabra de saber que esta noche, precisamente esta noche, otros cuerpos diferentes a los de la otra noche se hospedaran forzosamente en una bandeja de acero gélida y silenciosa donde yacerán los sueños y los afanes de tanta gente que posiblemente sea yo, o tu, o él o nosotros, o vosotros, hasta ellos; también tienen la posibilidad, ahora que se ha hecho costumbre conjugar el verbo muerte, no el de matar, no es que yo mato tú matas… no es por qué nos matan y por qué matamos.
Esta noche por la noche quizá no vuelvas a casa, y las noticias te busquen, y a tus queridos les de nervios contestar el teléfono, digo sino ha sido por eso que los han matado, el teléfono con el que se pueden dar señales de vida, es el mismo conducto por el cual se dan notas de muerte: esta madrugada fue encontrado a las afueras de Nueva york el rector de una prestigiosa universidad , con tres impactos de bala, al parecer por quitarle el teléfono celular, anuncio la agencia EFE.
Atención, mucha atención. Dos hombres que se desplazaban lentamente en una motocicleta de alto cilindraje a altas horas de la noche, abrieron fuego en una esquina del barrio el poblado en la ciudad de Medellín, dejando como resultado dos menores muertos y cinco heridos, los confusos hechos parecen estar vinculados con el ajuste de cuentas por cuestiones de la mafia.
Filipinas. Agencia EFE, en la madrugada de hoy la policía de ese país reporto a la agencia de prensa, la desaparición de cinco empresarios chinos que adelantaban estudios para un nuevo proyecto eléctrico, por el momento no se tienen pistas de los empresarios , seguiremos informando.
Como vemos, no hay un lugar especifico donde se entierren los vivos para que nazcan muertos, no obstante, aparecen por todos lados y a toda hora pero específicamente mientras Ud duerme. La estadística no resuelve el problema de muerte, sin embargo, al prestarle atención, usted podrá vivir una noche más si es precavido, sino es de los que dice que de alguna cosa se ha de morir, recuerde que pensar de ese modo, es tener muy mala calidad de vida. Si udted me permite podría darle algunas recomendaciones:
si va a salir, ore. Y si va a entrar ore. Lo primero porque no sabe si vuelva y lo segundo porque no se sabe si salga.
No use drogas, recuerde que las drogas son malas, el cigarrillo, el alcohol, la marihuana, la heroína y el mal genio son drogas nocivas. No piense que tiene el control, no sea tonto, bueno si quiere ver el sol del nuevo día, o si no, haga lo que quiera que yo soy quien registra los muerto, no el que da limosna a los parapléjicos.
Yo me paso a toda hora escogiendo de todas las clases y colores, a gente para cumplir la estadística mortal que debo llevar a cabo, aunque a todos sin acepción los tengo en mi registro, suelo llevarme primero a los imprudentes ya que estos me facilitan la estadística y así puedo llegar más temprano a casa.
Willy Caicedo
Etiquetas:
Filipinas,
mafia,
Medellín,
Nueva york,
Willy Caicedo
miércoles, 25 de mayo de 2011
Cuento breve:
Colombia:
Literatura:
Hubo una vez, en un lugar lejano, muy lejano… pero como a tres pasos de camino, de esos que decían los viejos, cuando empezaban a caminar. Luego de muchas montañas sucesivas, se encontraba un pequeño pueblo en el único valle que dejaban las montañas, el lugar era oscuro, muy oscuro; tanto, que las sombras cubrían los días y en la luna nacían telarañas. En aquel pueblo, había tres tipos de gente; había enanos, gigantes y unos marcianos que habían sido abandonados y por tanto olvidados por su nave. En principio, cada quien trabajaba en función de sus fuerzas y capacidades, lo que hacía ver más prósperos a los gigantes. Un día el mayor de los enanos convocó una asamblea para protestar contra los gigantes que no les estaban dejando nada más que las migajas caídas. Por lo cual decidieron desbaratar los caminos de tal suerte que los gigantes empezaron a caer…
En vista de la situación tan aparatosa como caían, el menor de los gigantes convocó asamblea, para definir cómo resolverían el conflicto. El resultado no fue favorable porque no se podía ver, se solución se había perdido o tal vez cayó de la mesa sin que se dieran cuenta.
Los gigantes como no podían agacharse, no la vieron. Los enanos por su parte a tientas dieron con la solución, pero como no sabían leer muy bien… la tomaron al revés y, el resultado de aquel congreso fue; atacar a los gigantes. Y fue así como se desató una guerra tan recia que no quedó más que una tendalada de enanos y uno que otro gigante en ese valle y otros en las montañas, colgados unos del horizonte y otros de la alambrada.
Los marcianos por su parte veían todos los días, cómo la gente corría a la guerra, sin que volvieran completos. Por lo cual dijeron: si esto sigue como va… van a venir por nosotros. Entonces convocaron un concejo extraordinario, para saber qué hacer, de tal manera ue pudieran permanecer en la tierra ––a pesar de su abandono se vivía bien–, fue así como el mayor de ellos dijo: tenemos que intervenir… todos quedaron mirándoles con sus alargados ojos de incandescente luz verde, como esperando el complemento de su idea. Y concluyó: nosotros somos diferentes, pero no nos hemos hecho notar, tenemos cuerpos de luz, pero no alumbramos, tenemos un espíritu enorme, no obstante, parecemos enanos.
De ese modo, los marcianos decidieron ir a la guerra antes que ella viniera. Pero lo hicieron de una manera muy particular… iban como antorchas de luz, todo su cuerpo alumbraba no solamente ese oscuro valle sino que dejaba al descubierto el corazón de los hombres. Como era de esperarse grandes y chicos, hicieron una pausa y atraídos por la novedad, se preguntaron a sí mismos por qué sus cuerpos no alumbraban.
Todos soltaron sus odios, sus rabias, sus venganzas y demás armas de destrucción masiva, y marcharon a una colina en busca de algo más interesante que la guerra, fue así como encontraron el árbol de fruto del cual los marcianos se alimentaban. Cada uno tomó su ración y oh! sorpresa, entre más frutos quitaban del árbol, más era su producto, por lo cual entendieron los enanos y los gigantes que había lugar para todos, fue así como decidieron volver a ese oscuro valle, al volver todos quedaron atónitos, con tanta y majestuosa claridad, se podía ver hasta los pensamientos que iban a ser pensados en las cabezas de los demás, todo era luz… la luz que salía de sus cuerpos.
Willy Caicedo
lunes, 16 de mayo de 2011
ERNEST HEMINGWAY:
Cuento:
Literatura:
La puerta del restaurante de Henry se abrió y entraron dos hombres que se sentaron al
mostrador.
—¿Qué van a pedir? —les preguntó George.
—No sé —dijo uno de ellos—. ¿Vos qué tenés ganas de comer, Al?
—Qué sé yo —respondió Al—, no sé.
Afuera estaba oscureciendo. Las luces de la calle entraban por la ventana. Los dos hombres
leían el menú. Desde el otro extremo del mostrador, Nick Adams, quien había estado
conversando con George cuando ellos entraron, los observaba.
—Yo voy a pedir costillitas de cerdo con salsa de manzanas y puré de papas —dijo el
primero.
—Todavía no está listo.
—¿Entonces por qué carajo lo ponés en la carta?
—Esa es la cena —le explicó George—. Puede pedirse a partir de las seis.
George miró el reloj en la pared de atrás del mostrador.
—Son las cinco.
—El reloj marca las cinco y veinte —dijo el segundo hombre.
—Adelanta veinte minutos.
—Bah, a la mierda con el reloj —exclamó el primero—. ¿Qué tenés para comer?
—Puedo ofrecerles cualquier variedad de sánguches —dijo George—, jamón con huevos,
tocino con huevos, hígado y tocino, o un bife.
—A mí dame suprema de pollo con arvejas y salsa blanca y puré de papas.
—Esa es la cena.
—¿Será posible que todo lo que pidamos sea la cena?
—Puedo ofrecerles jamón con huevos, tocino con huevos, hígado... —Mejor que no tengas nada que ver con esto —le sugirió Sam, el cocinero—. No te conviene
meterte. 8
—Si no querés no vayas —dijo George.
—No vas a ganar nada involucrándote en esto —siguió el cocinero—. Mantenete al margen.
—Voy a ir a verlo —dijo Nick—. ¿Dónde vive?
El cocinero se alejó.
—Los jóvenes siempre saben que es lo que quieren hacer —dijo.
—Vive en la pensión Hirsch —George le informó a Nick.
—Voy para allá.
Afuera, las luces de la calle brillaban por entre las ramas de un árbol desnudo de follaje. Nick
caminó por el costado de la calzada y a la altura del siguiente poste de luz tomó por una calle
lateral. La pensión Hirsch se hallaba a tres casas. Nick subió los escalones y tocó el timbre.
Una mujer apareció en la entrada. —¿Está Ole Andreson?
—¿Querés verlo?
—Sí, si está.
Nick siguió a la mujer hasta un descanso de la escalera y luego al final de un pasillo. Ella
llamó a la puerta.
—¿Quién es?
—Alguien que viene a verlo, Sr. Andreson —respondió la mujer.
—Soy Nick Adams.
—Pasá. Nick abrió la puerta e ingresó al cuarto. Ole Andreson yacía en la cama con la ropa puesta.
Había sido un boxeador peso pesado y la cama le quedaba chica. Estaba acostado con la
cabeza sobre dos almohadas. No miró a Nick.
—¿Qué pasó? —preguntó.
—Estaba en lo de Henry —comenzó Nick—, cuando dos tipos entraron y nos ataron a mí y al
cocinero, y dijeron que iban a matarlo.
Sonó tonto decirlo. Ole Andreson no dijo nada.
—Nos metieron en la cocina —continuó Nick—. Iban a dispararle apenas entrara a cenar.
Ole Andreson miró a la pared y siguió sin decir palabra.
—George creyó que lo mejor era que yo viniera y le contase.
—No hay nada que yo pueda hacer —Ole Andreson dijo finalmente. 9
—Le voy a decir cómo eran.
—No quiero saber cómo eran —dijo Ole Andreson. Volvió a mirar hacia la pared: —Gracias
por venir a avisarme.
—No es nada.
Nick miró al grandote que yacía en la cama.
—¿No quiere que vaya a la policía?
—No —dijo Ole Andreson—. No sería buena idea.
—¿No hay nada que yo pudiera hacer?
—No. No hay nada que hacer.
—Tal vez no lo dijeran en serio. —No. Lo decían en serio.
Ole Andreson volteó hacia la pared.
—Lo que pasa —dijo hablándole a la pared— es que no me decido a salir. Me quedé todo el
día acá.
—¿No podría escapar de la ciudad?
—No —dijo Ole Andreson—. Estoy harto de escapar.
Seguía mirando a la pared.
—Ya no hay nada que hacer.
—¿No tiene ninguna manera de solucionarlo?
—No. Me equivoqué —seguía hablando monótonamente—. No hay nada que hacer. Dentro
de un rato me voy a decidir a salir.
—Mejor vuelvo a lo de George —dijo Nick.
—Chau —dijo Ole Andreson sin mirar hacia Nick—. Gracias por venir.
Nick se retiró. Mientras cerraba la puerta vio a Ole Andreson totalmente vestido, tirado en la
cama y mirando a la pared.
—Estuvo todo el día en su cuarto —le dijo la encargada cuando él bajó las escaleras—. No
debe sentirse bien. Yo le dije: "Señor Andreson, debería salir a caminar en un día otoñal tan
lindo como este", pero no tenía ganas.
—No quiere salir. 10
—Qué pena que se sienta mal —dijo la mujer—. Es un hombre buenísimo. Fue boxeador,
¿sabías? —Sí, ya sabía.
—Uno no se daría cuenta salvo por su cara —dijo la mujer. Estaban junto a la puerta
principal—. Es tan amable.
—Bueno, buenas noches, Sra. Hirsch —saludó Nick.
—Yo no soy la Sra. Hirsch —dijo la mujer—. Ella es la dueña. Yo me encargo del lugar. Yo
soy la Sra. Bell.
—Bueno, buenas noches, Sra. Bell —dijo Nick.
—Buenas noches —dijo la mujer.
Nick caminó por la vereda a oscuras hasta la luz de la esquina, y luego por la calle hasta el
restaurante. George estaba adentro, detrás del mostrador.
—¿Viste a Ole?
—Sí —respondió Nick—. Está en su cuarto y no va a salir.
El cocinero, al oír la voz de Nick, abrió la puerta desde la cocina.
—No pienso escuchar nada —dijo y volvió a cerrar la puerta de la cocina.
—¿Le contaste lo que pasó? —preguntó George.
—Sí. Le conté pero él ya sabe de qué se trata.
—¿Qué va a hacer?
—Nada.
—Lo van a matar.
—Supongo que sí.
—Debe haberse metido en algún lío en Chicago.
—Supongo —dijo Nick.
—Es terrible.
—Horrible —dijo Nick.
Se quedaron callados. George se agachó a buscar un repasador y limpió el mostrador. —Me pregunto qué habrá hecho —dijo Nick. 11
—Habrá traicionado a alguien. Por eso los matan.
—Me voy a ir de este pueblo —dijo Nick.
—Sí —dijo George—. Es lo mejor que podés hacer.
—No soporto pensar en él esperando en su cuarto sabiendo lo que le va a pasar. Es realmente
horrible.
—Bueno —dijo George—. Mejor dejá de pensar en eso.
viernes, 6 de mayo de 2011
Gonzalo Arango:
Nadadísmo:
Literatura:
Adiós al Nadaísmo
• Caído en el limbo espiritual
• Nunca aspiré al poder
• Victoria del ser sobre el tener
• ¡Soy otro!
• Evolución, ¡el oro de la vida!
• Una reliquia que hizo milagros
Caído en el limbo espiritual
Caído en el limbo espiritual suspiro por nuevos suplicios.Reclútame Señor para la salvación o el terror.
Los ideales que no cambian la vida corrompen el alma.
Esta pureza que cultivo en soledad me da asco.
El espejo ya no me refleja: me culpa.
Dios mío, sálvame de esta paz difunta.
Devuélveme la esperanza y el sufrimiento.
Dame fe en una causa aunque sea perdida.
Dame todo el fuego que sobró de Sodoma, la sed que incendió tus delirios.
Quiero arder ¡arder!
¡Dame, Señor, la desesperación de creer y la felicidad de destruirme!
* * *
Nunca aspiré al poder
Nunca aspiré al poder de hacer felices a los hombres, ni confortable la vida. Desprecié la meta de los humanismos digestivos y los idealismos teológicos. La tragedia era mi quimera de oro, la libertad en la ruptura, la cita con Dios en el abismo, la belleza con aire de Angel Exterminador.
¿Era errado el Camino? O el Camino, una vez caminado, ¿no conducía a ninguna parte como lo presentí en pleno delirio? ¿Acaso sigo buscando revelaciones salvadoras en un área desconocida de conciencia, en las entrañas del monstruo que devoró a Rimbaud en el laberinto de sus iluminaciones?
Nunca dije la última palabra; siempre tuve mis dudas aflorando en silencio. He dejado de ser mudo a duras penas para mal-decir esas dudas, cuando lo que me quemaba interiormente era el ansia de claridad, el terror de la verdad, despejar la tiniebla hasta encontrar la clave de los sésamos que nos abrirían los mundos luminosos de salvación.
Mi paso no es la meta de mi generación; mi camino no es su camino. Somos caminantes juntos cada cual perdido o salvado en su camino. Libertades unánimes y esencialmente solitarias, eso es lo bello de la aventura. El Nadaísmo no era el fin, sino el medio de realizar cada uno su infierno o su paraíso a la medida de sus sueños, de sus furias, para gustar su sombra bajo el sol y beberse su sed.
En mi caso, hice de él mi trinchera, mi fortaleza, no para conquistar la gloria ni el poder, sino para no dejarme conquistar de la Muerte, la hambrienta zorra de los desiertos de Dios.
En un sentido esencial de mi verdadera vocación, he buscado en el arte el Olvido Salvador, o sea, el ocio de los sueños creadores y la rebelión del espíritu. El Nadaísmo significó todo eso: gota amarga de mi cáliz, sobrado de pan que nunca sobra, arma poderosa de mis fuerzas desarmadas, olivo de fe en la aventura humana.
Maravillosa aventura la Tierra cuando se ama y se odia con pasión creadora, religiosa. La belleza convierte el exilio en reino, y el sabor oscuro de la manzana del conocimiento en alegría de vivir. No usurpé nada a nadie, sólo defendí estos dones para nosotros, y para muchos, aunque sé que nos sobra todo lo que nos falta.
* * *
No vivir atado a la cruz irredimible del Nadaísmo, ni crucificado como Héroe o Mártir, ni colgado irrisoriamente del Mito, muerto de risa.
La cruz que no promete redención, es fatalidad.
Y ser nadaísta es también negar el Nadaísmo si ya no sirve a los poderes de la vida y el arte.
* * *
Victoria del ser sobre el tener
Mi vida pública expiró.
Mi vanidad es sombra de fantasma, carece de importancia nacional. La fortuna que dejó la larga lucha a muerte con la nada es el silencio, la humildad; mi bolsa de valores llena de vacío, pero también de amor a los valores de la vida.
A los 13 años abandonar la guerra habiéndola ganado y no tener en qué caer muerto, no es fracaso literario, es victoria del ser sobre el tener, de la vida sobre la razón social.
Oh sí, todo está bien, y sobre todo el corazón a salvo. Que en el pan de cada día no nos falte el sueño, y un granito de incienso para adorar lo eterno.
Volver arriba
* * *
¡Soy otro!
Hice una gran hoguera de purificación con mi pasado. Mis secretas historias de ego terminaron en un puñado de ceniza ardiente.
Los tiernos y atormentados amores de juventud; mis aventuras al servicio de lo maravilloso; mis soledades y júbilos infames; mi imagen íntima y pública en mil ofertas diabólicas expresada; todo lo que no era yo: lo externo, lo irredento, lo perecedero, lo fatuo, lo social, dejó de ser en mí para siempre.
Me había convertido en guardián de mis fantasmas, heraldo de pesimismos funestos, imitador de ruidos fabulosos, egomaníaco hasta los abismos del tedio, patán de las mil maravillas, mistificador de revelaciones, héroe a mil kilómetros del peligro, imaginador de celestes cataclismos, quiromántico de elixires sexuales, embaucador de creyentes, forjador de tesoros femeninos para saquear en noches de festejo y penuria, recitador de sésamos falaces, malhechor de caminos espirituales, desorientador de soles y lunas sin rumbo, artífice desolado de mi propia ruina. ¡Ego puto!
Oh dioses con cuyas doradas majestades de luz osé rivalizar en poderes infernales y lirismos atroces, derrumbando las esferas de la infinita armonía.
Me he dicho sin nostalgia ni pena adiós a mí mismo.
Pirómano del Ave Fénix, ¡soy otro!
* * *
Evolución, ¡el oro de la vida!
El Nadaísmo no ahorró medios sacrílegos ni lenguas de fuego para ejecutar la justicia de la vida en la tierra,
y erigir el reinado del espíritu luzbélico sobre los misterios de la belleza y lo sagrado,
hasta que nos devoró la manigua del naturalismo y el idealismo nos corrompió.
A las iglesias de la idolatría y el conformismo hay que derrumbarlas ladrillo a ladrillo como un terremoto lógico.
Oh heroísmos hechiceros, oh soledad de calvario, uno tratando de mortificar una metáfora se crucificaba todo.
Es que el Nadaísmo fue un calvario doloroso y bello: tan doloroso como sus clavos, y tan bello como sus cabellos de resurrección.
En el Nadaísmo no mascamos flores sino cabezales. Y por arrebatar la luz nos coronamos de espinas de ego, rosas suicidas, y ángeles de génesis.
Evolución, ¡el oro de la vida!
* * *
Una reliquia que hizo milagros
No apegarme por egoísmo a una reliquia que hizo milagros: el Nadaísmo que nos salvó de la nada.
Me niego a ser santo del pasado, precursor del infierno, símbolo siquiera.
Nada de lo dicho y hecho, amado o muerto, escrito o silencio, me pertenece vanidosamente. He sido instrumento de la vida, vibrador instrumento.
De nada me arrepiento; de mis errores tampoco; me enseñaron la salida del laberinto. Todo fue positivo en el proceso, aun lo negativo; aprendimos a vivir.
El Nadaísmo fue un viaje de aventuras por el conocimiento y la experiencia, azaroso y venturoso; y en los viajes es real el sueño como la pesadilla.
Creo que cumplí la vibración para la que fui destinado en una determinada instancia del suceder histórico con la vida, mi destino personal, mi generación.
Bien o mal, he cumplido. gracias.
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jueves, 5 de mayo de 2011
Mario Benedetti:
Opinión:
Uruguay:
A la Izquierda del Roble
No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
pero el Jardín Botánico es un parque dormido
en el que uno puede sentirse árbol o prójimo
siempre y cuando se cumpla un requisito previo.
Que la ciudad exista tranquilamente lejos.
El secreto es apoyarse digamos en un tronco
y oír a través del aire que admite ruidos muertos
cómo en Millán y Reyes galopan los tranvías.
No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
pero el Jardín Botánico siempre ha tenido
una agradable propensión a los sueños
a que los insectos suban por las piernas
y la melancolía baje por los brazos
hasta que uno cierra los puños y la atrapa.
Después de todo el secreto es mirar hacia arriba
y ver cómo las nubes se disputan las copas
y ver cómo los nidos se disputan los pájaros.
No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
ah pero las parejas que huyen al Botánico
ya desciendan de un taxi o bajen de una nube
hablan por lo común de temas importantes
y se miran fan ticamente a los ojos
como si el amor fuera un brevísimo túnel
y ellos se contemplaran por dentro de ese amor.
Aquellos dos por ejemplo a la izquierda del roble
(también podría llamarlo almendro o araucaria
gracias a mis lagunas sobre Pan y Linneo)
hablan y por lo visto las palabras
se quedan conmovidas a mirarlos
ya que a mí no me llegan ni siquiera los ecos.
No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
pero es lindísimo imaginar qué dicen
sobre todo si él muerde una ramita
y ella deja un zapato sobre el césped
sobre todo si él tiene los huesos tristes
y ella quiere sonreír pero no puede.
Para mí que el muchacho está diciendo
lo que se dice a veces en el Jardín Botánico
ayer llegó el otoño
el sol de otoño
y me sentí feliz
como hace mucho
qué linda estás
te quiero
en mi sueño
de noche
se escuchan las bocinas
el viento sobre el mar
y sin embargo aquello
también es el silencio
mírame así
te quiero
yo trabajo con ganas
hago números
fichas
discuto con cretinos
me distraigo y blasfemo
dame tu mano
ahora
ya lo sabés
te quiero
pienso a veces en Dios
bueno no tantas veces
no me gusta robar
su tiempo
y además está lejos
vos estás a mi lado
ahora mismo estoy triste
estoy triste y te quiero
ya pasarán las horas
la calle como un río
los árboles que ayudan
el cielo
los amigos
y qué suerte
te quiero
hace mucho era niño
hace mucho y qué importa
el azar era simple
como entrar en tus ojos
dejame entrar
te quiero
menos mal que te quiero.
No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
pero puedo ocurrir que de pronto uno advierta
que en realidad se trata de algo más desolado
uno de esos amores de tántalo y azar
que Dios no admite porque tiene celos.
Fíjense que él acusa con ternura
y ella se apoya contra la corteza
fíjense que él va tildando recuerdos
y ella se consterna misteriosamente.
Para mí que el muchacho está diciendo
lo que se dice a veces en el Jardín Botánico
vos lo dijiste
nuestro amor
fue desde siempre un niño muerto
sólo de a ratos parecía
que iba a vivir
que iba a vencernos
pero los dos fuimos tan fuertes
que lo dejamos sin su sangre
sin su futuro
sin su cielo
un niño muerto
sólo eso
maravilloso y condenado
quizá tuviera una sonrisa
como la tuya
dulce y honda
quizá tuviera un alma triste
como mi alma
poca cosa
quizá aprendiera con el tiempo
a desplegarse
a usar el mundo
pero los niños que así vienen
muertos de amor
muertos de miedo
tienen tan grande el corazón
que se destruyen sin saberlo
vos lo dijiste
nuestro amor
fue desde siempre un niño muerto
y qué verdad dura y sin sombra
qué verdad fácil y qué pena
yo imaginaba que era un niño
y era tan sólo un niño muerto
ahora qué queda
sólo queda
medir la fe y que recordemos
lo que pudimos haber sido
para él
que no pudo ser nuestro
qué más
acaso cuando llegue
un veintitrés de abril y abismo
vos donde estés
llevale flores
que yo también iré contigo.
No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
pero el Jardín Botánico es un parque dormido
que sólo despierta con la lluvia.
Ahora la última nube a resuelto quedarse
y nos está mojando como alegres mendigos.
El secreto está en correr con precauciones
a fin de no matar ningún escarabajo
y no pisar los hongos que aprovechan
para nadar desesperadamente.
Sin prevenciones me doy vuelta y siguen
aquellos dos a la izquierda del roble
eternos y escondidos en la lluvia
diciéndose quién sabe qué silencios.
No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
pero cuando la lluvia cae sobre el Botánico
aquí se quedan sólo los fantasmas.
Ustedes pueden irse.
Yo me quedo.
No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
pero el Jardín Botánico es un parque dormido
en el que uno puede sentirse árbol o prójimo
siempre y cuando se cumpla un requisito previo.
Que la ciudad exista tranquilamente lejos.
El secreto es apoyarse digamos en un tronco
y oír a través del aire que admite ruidos muertos
cómo en Millán y Reyes galopan los tranvías.
No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
pero el Jardín Botánico siempre ha tenido
una agradable propensión a los sueños
a que los insectos suban por las piernas
y la melancolía baje por los brazos
hasta que uno cierra los puños y la atrapa.
Después de todo el secreto es mirar hacia arriba
y ver cómo las nubes se disputan las copas
y ver cómo los nidos se disputan los pájaros.
No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
ah pero las parejas que huyen al Botánico
ya desciendan de un taxi o bajen de una nube
hablan por lo común de temas importantes
y se miran fan ticamente a los ojos
como si el amor fuera un brevísimo túnel
y ellos se contemplaran por dentro de ese amor.
Aquellos dos por ejemplo a la izquierda del roble
(también podría llamarlo almendro o araucaria
gracias a mis lagunas sobre Pan y Linneo)
hablan y por lo visto las palabras
se quedan conmovidas a mirarlos
ya que a mí no me llegan ni siquiera los ecos.
No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
pero es lindísimo imaginar qué dicen
sobre todo si él muerde una ramita
y ella deja un zapato sobre el césped
sobre todo si él tiene los huesos tristes
y ella quiere sonreír pero no puede.
Para mí que el muchacho está diciendo
lo que se dice a veces en el Jardín Botánico
ayer llegó el otoño
el sol de otoño
y me sentí feliz
como hace mucho
qué linda estás
te quiero
en mi sueño
de noche
se escuchan las bocinas
el viento sobre el mar
y sin embargo aquello
también es el silencio
mírame así
te quiero
yo trabajo con ganas
hago números
fichas
discuto con cretinos
me distraigo y blasfemo
dame tu mano
ahora
ya lo sabés
te quiero
pienso a veces en Dios
bueno no tantas veces
no me gusta robar
su tiempo
y además está lejos
vos estás a mi lado
ahora mismo estoy triste
estoy triste y te quiero
ya pasarán las horas
la calle como un río
los árboles que ayudan
el cielo
los amigos
y qué suerte
te quiero
hace mucho era niño
hace mucho y qué importa
el azar era simple
como entrar en tus ojos
dejame entrar
te quiero
menos mal que te quiero.
No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
pero puedo ocurrir que de pronto uno advierta
que en realidad se trata de algo más desolado
uno de esos amores de tántalo y azar
que Dios no admite porque tiene celos.
Fíjense que él acusa con ternura
y ella se apoya contra la corteza
fíjense que él va tildando recuerdos
y ella se consterna misteriosamente.
Para mí que el muchacho está diciendo
lo que se dice a veces en el Jardín Botánico
vos lo dijiste
nuestro amor
fue desde siempre un niño muerto
sólo de a ratos parecía
que iba a vivir
que iba a vencernos
pero los dos fuimos tan fuertes
que lo dejamos sin su sangre
sin su futuro
sin su cielo
un niño muerto
sólo eso
maravilloso y condenado
quizá tuviera una sonrisa
como la tuya
dulce y honda
quizá tuviera un alma triste
como mi alma
poca cosa
quizá aprendiera con el tiempo
a desplegarse
a usar el mundo
pero los niños que así vienen
muertos de amor
muertos de miedo
tienen tan grande el corazón
que se destruyen sin saberlo
vos lo dijiste
nuestro amor
fue desde siempre un niño muerto
y qué verdad dura y sin sombra
qué verdad fácil y qué pena
yo imaginaba que era un niño
y era tan sólo un niño muerto
ahora qué queda
sólo queda
medir la fe y que recordemos
lo que pudimos haber sido
para él
que no pudo ser nuestro
qué más
acaso cuando llegue
un veintitrés de abril y abismo
vos donde estés
llevale flores
que yo también iré contigo.
No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
pero el Jardín Botánico es un parque dormido
que sólo despierta con la lluvia.
Ahora la última nube a resuelto quedarse
y nos está mojando como alegres mendigos.
El secreto está en correr con precauciones
a fin de no matar ningún escarabajo
y no pisar los hongos que aprovechan
para nadar desesperadamente.
Sin prevenciones me doy vuelta y siguen
aquellos dos a la izquierda del roble
eternos y escondidos en la lluvia
diciéndose quién sabe qué silencios.
No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
pero cuando la lluvia cae sobre el Botánico
aquí se quedan sólo los fantasmas.
Ustedes pueden irse.
Yo me quedo.
AMOR DE TARDEEs una lástima que no estés conmigo cuando miro el reloj y son las cuatro y acabo la planilla y pienso diez minutos y estiro las piernas como todas las tardes y hago así con los hombros para aflojar la espalda y me doblo los dedos y les saco mentiras. Es una lástima que no estés conmigo cuando miro el reloj y son las cinco y soy una manija que calcula intereses o dos manos que saltan sobre cuarenta teclas o un oído que escucha como ladra el teléfono o un tipo que hace números y les saca verdades. Es una lástima que no estés conmigo cuando miro el reloj y son las seis. Podrías acercarte de sorpresa y decirme "¿Qué tal?" y quedaríamos yo con la mancha roja de tus labios tú con el tizne azul de mi carbónico.
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